La vitamina B12 y su relación con la salud mental
El farmacéutico y nutricionista Francisco José Soler, de la clínica de salud mental SAMU Wellness, profundiza en este artículo sobre la relación entre el déficit de la vitamina B12 y las enfermedades psiquiatras:
El déficit de vitamina B12 en el ser humano es relativamente frecuente. La prevalencia mundial del déficit es variable, se estima que entre el 3% y el 40% de la población adulta lo presenta, de una forma más o menos marcada.
Las principales causas de esta deficiencia se pueden dividir en tres grupos: bajo aporte por la dieta, mala digestión y mala absorción de la vitamina.
Estas causas son de diversos tipos. Por un lado están las que tienen que ver con la mala absorción, como es el caso de las gastritis crónicas y atróficas, que se produce en el 40% de las personas de edad avanzada. La enfermedad de Crohn, el alcoholismo crónico, la celiaquía y la pancreatitis crónica son determinantes también en el patrón de absorción de esta vitamina, además de personas sometidas a intervenciones quirúrgicas como una gastrectomía o un acortamiento del íleon. Otra causa es por interacción de medicamentos tales como la metformina, omeprazol y antiácidos, entre otros. Un origen de tipo inmunológico se produce en la anemia perniciosa.
Desde el punto de vista dietético, las personas que tienen un mayor riesgo de sufrir una carencia son las que llevan una alimentación vegetariana, siendo especialmente relevante el caso de las dietas veganas, que carecen totalmente de un aporte de alimentos de origen animal.
Qué es la vitamina B12
Pero, ¿qué es la vitamina B12? De forma muy simplificada, podemos decir que la vitamina B12, también llamada cobalamina, es una vitamina hidrosoluble, producida por ciertas bacterias, que se incorpora al organismo a través de los alimentos, que se absorbe en el intestino en una parte del íleon y que, para ello, depende o necesita la actuación de otra molécula llamada factor intrínseco. El organismo humano no es capaz de sintetizarla y debe obtenerla de la dieta, principalmente de alimentos de origen animal (carne, leche y derivados, huevos, pescado). Sea cual sea el patrón alimentario que llevemos, si aseguramos su aporte no hay un mayor riesgo de incurrir en una deficiencia. Claro está, siempre que se haga una adecuada planificación dietética.
Las manifestaciones clínicas de la deficiencia de vitamina B12 pueden ser muy sutiles e incluso pasar inadvertidas. Básicamente se dividen en síntomas anémicos, alteraciones digestivas y neurológicas.
Las manifestaciones neurológicas son las que más deben preocupar por su gravedad y por la posibilidad de llegar a ser irreversibles. Su deficiencia puede causar no sólo la disfunción cerebral, sino también daño estructural, causando síntomas neuropsiquiátricos a través de múltiples vías. Conlleva una deficiente síntesis de mielina y, por lo tanto, síntomas de desmielinización a distintos niveles, llegando a producir la muerte de la neurona. Con más frecuencia afectan la médula espinal, los nervios periféricos y, en estadios avanzados, el cerebro. Los síntomas más tempranos son parestesias, debilidad, ataxia y mala coordinación manual. Otros signos son irritabilidad, olvidos, demencia y psicosis franca.
Alteraciones psiquiátricas
Y, ¿sabemos cuáles son las alteraciones psiquiátricas que producen un déficit de vitamina B12? Por supuesto. Las enfermedades psiquiátricas más estudiadas que se relacionan con una carencia de vitamina B12 son la depresión, la psicosis y síntomas maniaco-depresivos.
En el caso de la depresión, la vitamina B12 y el folato se relacionan con la síntesis de neurotransmisores monoaminas, tales como la dopamina y la serotonina. Diferentes expertos han sugerido que el déficit de esta vitamina puede ser un factor de riesgo para la depresión en pacientes mayores de 65 años. Estudios en pacientes ancianos muestran que tener niveles en sangre de vitamina B12 inferiores a 180 pg/mL aumenta entre 2 y 2,5 veces el riesgo de depresión.
En cuanto a la psicosis, la asociación de los síntomas psicóticos y la deficiencia de cobalamina se vienen describiendo desde hace más de un siglo. Los síntomas que se describen son suspicacia, ideas delirantes de persecución, alucinaciones auditivas, pensamiento incoherente y desorganizado.
La asociación causal se ha sugerido desde principios de 1980, cuando se documentaron alteraciones del EEG (electroencefalograma) en los pacientes con anemia perniciosa. Ambas alteraciones del EEG y síntomas psicóticos asociados con su deficiencia han mostrado una respuesta al tratamiento con dicha vitamina, fortaleciendo esta asociación, aunque el mecanismo exacto por el cual la deficiencia de vitamina B12 conduce a la psicosis sigue siendo desconocida.
En lo que concierne a los síntomas maníacos, la causa podría estar relacionada con el deterioro de la vaina de mielina dada la conocida asociación entre las lesiones de esta sustancia blanca con el trastorno bipolar. Se considera que, con alta probabilidad, que los síntomas maníacos estén asociados con el déficit de vitamina B12, aunque no existen datos totalmente concluyentes al respecto.
A modo de conclusión, debo destacar que a pesar de la creciente literatura disponible sobre la correlación entre el déficit de esta vitamina y los síntomas neuropsiquiátricos, aún existen muchas dudas sobre los grupos poblacionales de riesgo que se deben cribar, el tipo de examen que se debe realizar, la forma de hacer el tratamiento y la utilidad real de dicho tratamiento.